sábado, 10 de diciembre de 2011

El último rey de Escocia; parte 1

Noche de jueves en casa. No tengo nada que hacer. Mañana puedo dormir lo que me plazca. Hoy puedo perder todo el tiempo que quiera frente a la tele. Me apetece tumbarme en el sofá y disfrutar del calorcito de la estufa. Fuera hace mucho frío. Voy cambiando de canal. Cotilleo, anuncio de compresas, españolada cutre, más compresas, reposición de “Aquí no hay quien viva” otra vez…ah, aquí parece que echan algo interesante.


“El último rey de Escocia” se llama la película. Tiene buena pinta. Cuenta la historia (absténgase de seguir leyendo los que no la hayan visto todavía) de un hombre, un campesino que llega a primer ministro en Uganda. Al principio, las imágenes rebosan de alegría y esperanza. Él quiere cambiar su país, que todos tengan un techo bajo el que cobijarse y un pan para llevarse a la boca. Los niños corren junto al coche del “salvador del pueblo” sonrientes y cantando. En uno de sus viajes, conoce a un médico cooperante y le ofrece un puesto para “mejorar la vida del pueblo”. El sueño de cualquier alma bienintencionada vamos, ocupar un cargo importante para salvar a los desfavorecidos. El joven, que es escocés, acepta y es ahí donde empiezan los problemas. El “cambio” es más radical de lo que se podría uno imaginar. El primer ministro asesina, tortura, mata y descuartiza sin el menor remordimiento. Primero a sus rivales más directos, luego a todo el que ose llevarle la contraria, y por último a aquellos de quienes tiene alguna leve sospecha. Desaparecen las sonrisas y se instaura el miedo. Fotograma tras fotograma se suceden cubiertos de sangre; una orgía macabra de balas y terror. El escocés, antes amigo y consejero, se distancia cada vez más, pero ya no puede escapar. No tiene salida. Si renuncia tendrá que aceptar las consecuencias.

La película es digna de mención tanto por la historia que narra que no se aleja mucho de la realidad, como por la crudeza con la que la representa. Muy recomendable, aunque no apta para estómagos sensibles, lo aviso. El que avisa no es traidor.

Continuaré en otra entrada con las reflexiones que la película me ha inspirado.

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