jueves, 13 de octubre de 2011

Esféricamente absurdo

Punto muerto. Levanta el pie del acelerador, no sirve para nada. Estás estancado, los pies hundidos en el barro, no puedes moverte. No hay cuerda a la que agarrarte. Estás ahí, inmóvil, por propia voluntad, o más bien por DES-voluntad. Siempre temiste estar así, pero ahora ya no sientes miedo. Todo se reduce a hastío, cansancio, pereza. El mundo cambia, gira cada segundo. Tú lo miras, sentado, y bostezas. ¿Para qué? ¿Por qué? Absurdo. La vida es absurda.

Algunos lo llaman destino, otros suerte, otros simplemente Dios. Absurdo. Nada pasa por una razón, no hay fin. ¿Por qué tendría que haberlo? El objetivo no es la felicidad, ni el amor, ni alcanzar la divinidad. No hay objetivo. Sólo olas que nos zarandean de un lado y de otro, mientras nosotros ardemos, anclados bajo el sol.

Dice Camus que en saber disfrutar del absurdo reside la felicidad, el bienestar, o al menos, la vida. Permíteme que lo dude. No me equiparo con él, ojalá. Sólo considero que todo eso del carpe diem, de vive la vida y demás típicos tópicos no son sino eso, tópicos para mentes verdes.

No hay carpe diem, ni disfrute de lo absurdo que nos haga conformarnos, encontrar la plenitud ni la felicidad. Son máximas bonitas, sí, además el latín aporta gravedad a todo, pero sólo son eso.

Frases de un soplo, de un momento, que desaparecen cuando se las lleva el viento de los problemas, las angustias, las preocupaciones, lo cotidiano.

Sigues varado, encallado mientras el sol te abrasa, los labios secos y agrietados saben a sal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario