sábado, 1 de octubre de 2011

La resistencia

Hay libros que a uno le marcan, le dejan una huella invisible. “La resistencia” de Ernesto Sabato es uno de ellos. Sería difícil tratar de condensar las ideas del libro en un artículo. Son muchísimas, casi incontables; hemos de tener en cuenta que esta obra es el testamento vital de una personalidad introvertida pero muy rica. Mas el libro no destaca sólo por sus ideas, sino también por sus palabras, por la manera de reflejar con ellas el mundo.
“La resistencia” se divide en cinco cartas que Sabato dirige a los lectores. En ellas se analiza la triste realidad del hombre posmoderno. Nada es como antes. Poco a poco las personas han pasado a ser números, piezas, engranajes. Nuestra importancia se reduce a lo que producimos y a lo que consumimos. Hacia ambas metas se orienta la educación (crear máquinas productoras eficientes) y el ocio (consumir, comprar y gastar).
Las relaciones humanas han cambiado. Pasamos horas delante de una pantalla creyendo que cada vez estamos más informados, más conectados, y más en contacto con los demás, cuando en realidad no prestamos ni la más mínima atención a los que nos rodean. No vivimos. Y cada vez más y más gente sola, triste, abandonada, en medio del tumulto de la ciudad. Se vive rápido, casi a trompicones y con ruido, mucho mucho ruido para no sentirnos solos, para que nuestra conciencia no nos torture en el silencio. Importa lo grande, no lo pequeño. Los antiguos valores han sido pisoteados. No hay espiritualidad posible en la producción. Nadie se sacrifica por nada. Todo es relativo. El más desvergonzado alcanza la fama ante la mirada aduladora de todos. La muerte se oculta y esconde en el trastero. Tendemos a la globalización, pero no como multiculturalismo sino como homogeneización creadora de clones.
Nos resta la esperanza ante la debacle que vivimos. Hay que resistir y ser valientes. La luz reside en el silencio, en el diálogo sincero de corazón a corazón, en la esperanza y la fe, en el amor. Todavía estamos a tiempo.
Ya que, como bien dice Sabato, sólo “estaremos perdidos si no revertimos, con energía, con amor, esta tendencia que nos constituye en adoradores de la televisión (ahora podríamos decir ordenador), los chicos idiotizados que ya no juegan en los parques. Si hay Dios que no lo permita”.
Ciento veintitrés páginas críticas pero iluminadoras para comprender el mundo en que nos ha tocado vivir. No dejan impasible a nadie. Bravo por Don Ernesto.

1 comentario:

  1. Hola amigo, me encantó encontrar un post dedicado a éste libro que fue y creo que sigue siendo uno de los de cabecera en mi vida...
    Uno de los autores que me introdujo de lleno y casi a cachetadas al concepto de postmodernismo como una época sesgada por un aislamiento progresivo de individuos inmersos en ciudades que rebosan de personas que se buscan y no se encuentran...
    Gracias por difundirlo, pasa por mi blog cuando quieras...

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