jueves, 4 de agosto de 2011

¡Basta ya!

Odio: dícese de la antipatía y aversión hacia alguna cosa o persona cuyo mal se desea. Y añado yo: sustancia letal que, mamada desde la cuna, puede llevar al organismo a la muerte más dolorosa.

El Sol abrasa en la ciudad, quema, y convierte en cenizas todo lo que toca. El aire se hace irrespirable. Ya es imposible llenar los pulmones de la fragancia de las plantas, escuchar el murmullo del agua. Sólo queda el grito furioso, irracional y violento. No hay más que saliva llena de odio en el asfalto.

Yo estuve allí. Yo salí a la calle y participé. Yo quería cambiar el mundo, crear un lugar más justo donde las personas sean las que importen, y reinen el respeto, la paz y el amor. Aún lo quiero. Pero no así. No insultando, escupiendo, invadiendo y arrasando como bestias descontroladas. Llevar uniforme no significa dejar de ser humano. Abrir al amanecer una tienda en una céntrica plaza no convierte a nadie en desalmado capitalista. No todos son fieras dirán algunos. ¿Por qué entonces todos se comportan como tales, cortando calles sin respetar a nadie? Como el toro que desorientado arremete en todas direcciones, perdido, y sangrante sin saber bien de dónde le vienen los golpes. La culpa es del diabólico viejo que nos visita con todo pagado dirán otros. Lástima de los que tan perdidos están para hablar así.

¡Basta ya! No más odio. Tristemente en España el odio ha sido por mucho tiempo motor de la historia. Rojos, fascistas, de derechas y de izquierdas. Etiquetas. Casillas impuestas desde la cuna, desde el televisor. Dejemos el odio a un lado. Esa es la única manera de realizar cualquier cambio a largo plazo. Sin odio. ¿Cuál es si no el plan? ¿Imponer reformas a gusto del saltimbanqui de turno que luego serán derogadas y así hasta el fin de los días? ¿Ocupar plazas? ¿Escupir insultos sobre hombres y mujeres que son padres, hijos, hermanos? El odio no conduce sino a más odio, y por ende, a más sufrimiento. ¿Es eso lo que queremos? No. Hay otras formas de actuar y gritar alto claro y con respeto ¡Justicia!

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