lunes, 25 de abril de 2011

Respirando hondo

Lo cotidiano agobia. A veces incluso asfixia o ahoga. Da igual que estudies, trabajes o te dediques a otros menesteres. Da igual que vivas en el piso más oscuro del más recóndito rincón de una ciudad o en un inmenso palacio. Los humanos nos hartamos de la rutina. Y necesitamos salir, escapar, respirar.

Madrid es una ciudad grande, a veces, inabarcable. También es una ciudad hermosa. Tiene todo lo que todas las metrópolis del mundo desearían tener: es núcleo de poder y centro de vida con las innumerables tiendas, terrazas y bares, los parques y paseos, los museos, los teatros y cines, los centros comerciales y las zonas de fiesta también. En Madrid hay de todo y para todos. Si, ya sé que no tenemos mar, y es una lástima, pero por lo menos ya tenemos playa. Madrid es único. Pero Madrid también cansa. La contaminación, los coches, el ruido, las aglomeraciones, el estrés...y tantas otras cosas. Por eso, a veces se agradece el airearse.

Por regla general, cuando uno sale del ambiente rutinario, de la cotidianidad, ve el mundo con otros ojos. Todos nuestros problemas desaparecen como por arte de magia. Es como si de repente fuéramos libres y soltáramos las cadenas del "al salir, tengan cuidado de no introducir el pie entre coche y andén".

Yo la paz la encuentro en el campo, en los árboles, en el cielo, lejos de la "civilización". Es curioso lo que se siente al reconocer un paisaje familiar. Cuando veo la silueta de las montañas, verdes por esta época del año, es como si se apagara el interruptor de detrás de la oreja. Desaparecen los horarios, las alarmas, los plazos. Nada importa. Sólo estoy yo. Y las montañas. Y la arena bajo mis pies. Es entonces, justo en ese momento cuando respiro profundamente. El sol brilla en lo alto, por entre las nubes, y el viento agita los árboles, y el trigo todavía verde.

 No te ilusiones demasiado. No durará eternamente. ¿Acaso algo lo es? También esto se acabará. Y habrá que volver a la rutina. La tediosa y aburrida rutina. Pero no te preocupes. La rutina tampoco es eterna.

2 comentarios:

  1. Es justamente el hecho de saber que se acabará pronto lo que hace que se convierta en nuestra manera de escapar de la rutina. Todos necesitamos salir de la gran ciudad que nos lo ofrece todo (incluido agobios) para salir al campo y respirar de verdad.
    Me encanta la frase final.

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  2. Sí, pero la vida también puede acabar pronto. Puede que llegué un día y zas, ya no estás ahí. Quizás deberíamos vivir como si todo fuera a acabar (tampoco quiero ser fatalista), y así no caer en la rutina. Serían como unas vacaciones dentro del día a día. Se valorarían mucho más las cosas y a las personas. Vive cada día como si fuera el último.

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