martes, 12 de octubre de 2010

El gran inquisidor y la religión según Dostoievski

            Para iniciar las publicaciones de este blog he decidido comenzar con un artículo corto, pero que a mí parecer tiene mucho contenido, una especie de comentario sobre la obra de Dostoievski "Los hermanos Karamazov" que tuve que hacer para una asignatura.


            Dostoievski expresa un punto de vista, bastante extendido en su época entre los intelectuales, mediante un cuento.
            La historia del Gran Inquisidor se sitúa en la España del siglo XVI, un país en plena expansión hacia America y las Indias, y profundamente religioso. Recordemos que era el país de Felipe II, defensor a ultranza del catolicismo. En este marco histórico se desarrollaba la labor de la Inquisición, tribunal destinado a juzgar a aquellos que fueran sospechosos de herejía.
            El protagonista de nuestra historia es un anciano inquisidor, cabeza de esta institución en Sevilla, por entonces capital económica de España. Ante la sorpresa del pueblo sevillano, un día aparece un hombre, que  realiza milagros, y parece la mismísima reencarnación de Cristo. El pueblo le alaba, pero la Inquisición le teme, por lo que le atrapan y encarcelan.
            Una noche, el viejo inquisidor se dirige a Jesús (en efecto, era él) para hablar y reprocharle, por su aparición. Ahora ya no es necesario, ya que la Iglesia se encarga de transmitir su “palabra”. En un extenso diálogo le explica lo que la Iglesia ha hecho durante su ausencia, y le amenaza con quemarle en la hoguera como a los herejes. Sin embargo Jesús, lleno de amor, le besa, y el inquisidor le deja marchar.
            Claramente, Dostoievski realiza una fuerte crítica a la Iglesia católica, y a la institucionalización del cristianismo. En este texto nos explica como se adaptó la religión a medida humana, y se utilizó para fines e intereses propios.
            Se vislumbran en algunas líneas, críticas al reduccionismo científico (en desarrollo en la época de Dostoievski), como “Tú les has prometido el pan celestial, pero, repito una vez más, ¿puede éste compararse con el de la tierra, a los ojos del débil género humano, eternamente depravado y eternamente ingrato?” (pág. 319).
            Además también critica la comodidad y la dependencia tecnológica, que son dos de los principales valores de la sociedad de estos últimos siglos, a su juicio propiciados por una religión más preocupada en lo terrenal que en lo divino.
            Sin embargo, la más contundente crítica, es la que realiza a la espiritualidad católica, en la que se han olvidado los valores primitivos, y priman los valores humanos, así como los intereses personales.
            Dostoievski considera que la religión es positiva, y necesario para el desarrollo humano, aunque la hemos desvirtuada, adaptándola.
            Todas estas críticas del autor, responden a un punto de vista determinado, y en ningún caso a una verdad clara. Sin ningún rubor, este escritor se lanza a  criticar a la Iglesia católica, generalizando y metiendo a todos en el mismo saco. Puede que se hallan cometido a lo largo de la historia errores en el seno de esta institución, pero ocurre como en toda colectividad formada por humanos. Las personas, lejos de ser perfectas, cometen muchos errores, pero es algo normal, y a una institución como la Iglesia no se le puede exigir la perfección ya que está formada por humanos.
            En cuanto a la crítica a la comodidad y a la dependencia (“! Dales de comer y exígeles, entonces, virtud!” (pág. 318), es demoledora, y nos debe hacer reflexionar a nivel personal y a nivel colectivo. ¿Cómo vemos el mundo como un conjunto de útiles a nuestra disposición?
            A pesar de los aspectos más o menos criticables, es necesario pensar estas afirmaciones de Dostoievski, que inspiran y potencian una reflexión seria.

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